Historias

YO PODRÍA SER SU AMIGA

No creo que seamos tan distintos, no creo que nuestros mundos estén tan distantes ni que nuestra forma de pensar sea tan diferente, simplemente tenemos kilómetros que nos separan y ni la tecnología es capaz de llevarnos a ese instante en el que ambos coincidamos en la misma esquina.

La verdad es que nunca hemos logrado hablar un par de frases de corrido. Siempre tú hablas y yo atentamente escucho a lo que tienes que decir, no contesto ni resongo, sólo asiento y tomo notas, quiero llegar a hacer lo que haces y transmitir lo que siento al mismo grado de honestidad que tú.

Me cuesta, me da vergüenza, me da miedo, me da pudor, no tengo la valentía de dejar todas mis aprehensiones a un lado y comenzar a contar lo que realmente me gustaría decir, simplemente doy pinceladas de lo que es y no el texto completo.

Yo podría ser su amiga si me atreviera a acercarme y preguntarle cómo lo hace, en qué piensa o cómo dejó atrás el temor a ser criticado… es probable que el día que pueda llegar a ese nivel de perfección, mi vida comience de nuevo y mis textos finalmente sinceros, como los de él, como quiero que sean los míos.

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¿QUÉ PREFIERO?

No, no quiero saber la verdad. Porque sé que la verdad duele, porque sé que no estoy preparada, porque sé que es algo que no quiero escuchar… ¿verdad?

¿Cómo saber si me equivoco si no sé la verdad? Es que tengo esa dualidad en la cabeza y me cuesta lidiar con el hecho de querer saber y no saber. No sé qué es lo que prefiero y me complica el no saber qué quiero saber.

Sí, a veces es mejor no enterarse, pero no quiero vivir sin enterarme. ¿Cuándo será el mejor momento para escuchar la verdad? ¿Ahora o en 10 años más? Quizás nunca, quizás mañana. Indecisiones de las que me cuesta sacudir el alma… porque es mi alma la que está en juego.

¿Entiendes por qué prefiero mantenerme lejos? Estar cerca puede matarme instantáneamente; la lejanía me mantiene agonizante pero viva… y esa esperanza es la que quiero conservar, puede que en algún punto me sane. Sé que no es imposible recuperar la sonrisa.

Mejor me mantengo en silencio, dejo los pensamientos en el lugar al que pertenecen. ¿Logro algo con seguir pensando? Sí, un dolor de cabeza tremendo.

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