Historias

PRECIOSA LIBERTAD

No me culpes por mirar más allá de lo que va a pasar al final de esta semana, es algo normal. Cuando estamos con quien parece ser la otra mitad, uno tiende a prolongar aquel hermoso momento e intenta convertirlo en una vida juntos. Pero ahí estás tú, recordándome que no hay futuro, que es sólo un momento en el presente, que hay que aprovecharlo al máximo porque en cualquier instante se acaba.

Todo bien, mientras no existan ataduras. ¿Alguien me advirtió de esto al principio? No. Entonces, ¿por qué esperar hasta hoy para comenzar con esas frasecitas hirientes? «No quiero una relación» «No me proyecto con nadie» «No necesito compromiso, sólo quiero algo libre, que no me ahogue». ¿Y yo? ¿Te interesa saber qué es lo que quiero yo? ¿Por qué no me dijiste eso al principio? Tenías que dejarme creer en lo que no existe…

En la espera a que algo de esto se defina, me cuestiono. No sé que es lo que pasa conmigo, por qué no puedo hacer lo que hacía antes, dar vuelta la página y mirar al frente. Estoy enredada en tí y tú solo observas, involucrarte es demasiado costo, no quieres arriesgarte a nada pero quieres tenerlo todo… y lo peor de todo es que yo lo acepto.

Si pudiera ser más parecida a tí, si lograra dejar de lado los sentimientos y sólo vivir inmersa en la «diversión», si fuera menos complicado todo… Si desde el principio sabías que estaba haciendo todo mal, ¿por qué no me ayudaste a evitarlo?

Estándar
Historias

PERDIÉNDOLO*

Odio quedarme sola en la casa. El silencio me invita a pensar y es lo que he estado evitando durante los últimos 3 meses. La noche es la que me pone especialmente melancólica, sobretodo porque quien debería estar a mi lado a esta hora no hace más que mirar al suelo cada vez que me da una excusa para llegar tarde a comer.

Tengo claro que nuestra relación no es la mejor de todas, que hay mil novecientas cosas por mejorar, que si lo que hemos vivido es fantástico, todavía podría ser mejor, pero tengo la sensación de que él ya no tiene intenciones de mejorar las cosas,  ni siquiera tiene ganas de continuar con lo que ya tenemos y contra eso, no es mucho lo que puedo hacer.

¡Ahhhh! ¡Estoy tan confundida!. Siento que todavía no es la hora de terminar con la relación, pero las señales cada vez son más claras… el final se acerca a pasos agigantados y no sé como enfrentarme a eso.

Lo peor que pudo sucedernos es volvernos indiferentes frente a nuestros problemas. Cuando decidimos compartir la vida nos prometimos estar juntos en las buenas y en las malas, pero, al parecer, olvidamos alguna parte de ese discurso en el camino y hoy la displicencia es parte de esta unión.

Es triste, pero debemos admitir que nuestras miradas no se cruzan hace meses, que ya ni siquiera me tocas y cuando, por alguna casualidad, nuestras manos se encuentran en la cama, casi nos pedimos disculpas por habernos incomodado y fingimos volver a dormir, aunque ambos sabemos que no es así. No sé en qué momento llegamos a ese punto en el que nuestras vidas son como las de dos ciudadanos del mundo que nunca se han visto.

Actuamos como compañeros de cuarto, nuestras conversaciones son patéticamente triviales y el desinterés por los problemas del otro es un tema crítico.

Estamos conscientes de que nuestra relación se está “cayendo a pedazos” pero ninguno de los dos somos lo suficientemente valientes como para hacer algo por salvarla… aunque no estoy segura si es falta de valentía o simplemente desgano al ver que el esfuerzo sería en vano.

Recuerdo haber estado despierta noches enteras observándote mientras dormías. Nada parecía inquietarte y toda esa calma que existía en ti, hacía que mi desesperación aumentara. La necesidad de estar en tu cabeza y saber que estabas soñando me hacían sentir impotente. La pérdida se hacía evidente.

Me es imposible definir cuando comenzó la crisis. A lo mejor siempre existió y fue el amor quien nos cegó, impidiéndonos ver la verdad. O quizás han sido todos esos malditos errores a lo largo de nuestra relación lo que ha debilitado este vínculo y nos está apartando de manera monstruosa.

La noche llegó puntualmente a visitarme y siempre me encuentra en lo mismo. Pensando. De lo único que puedo estar segura es de que no me abandonará, porque quiera o no, está obligada a entrar por mi ventana y acompañarme mientras yo bebo una copa de vino sentada en la alfombra de la sala.

Cada objeto que hay en este departamento me recuerda algún momento feliz que pasé a tu lado. Me acuerdo de los  domingo en los que nos dedicábamos a pasear por las tiendas para elegir el adorno perfecto para nuestro hogar. Esa era nuestra forma de mantenernos juntos, aunque la distancia en kilómetros fuera inmensa. Tus constantes viajes a distintas partes del mundo no lograron separarnos, pero la rutina está matándonos poco a poco.

¿Te has puesto a pensar que a lo mejor la vida ya no quiere que estemos juntos? ¿Acaso tenemos que aceptarlo?… ¿Tú quieres aceptarlo? Yo no he tomado mi decisión.

Sé que debí haber contestado casi automáticamente, es simple y fácil, pero eso es lo que estoy intentado evitar, aunque tengo miedo que decidamos cosas distintas.

En realidad a lo que temo es al futuro. No sé como lidiar con él. Nunca ha sido un buen amigo mío y llevo años intentado saber como debo tratarlo. A veces me gustaría ser una bruja para poder saber que es lo que nos depara la vida, pero el miedo aparece y las ganas se evaporan. Además hay muchas cosas que, a pesar de ser una bruja, no sabría como manejar.

¿Cómo se sigue viviendo luego de la separación? ¿Es posible volver a sonreír nuevamente? ¿Alguna vez te voy a borrar de mi cabeza? ¿Es sano que sigamos en una relación como la nuestra? ¿Nos habremos conocido en el momento correcto? Si tienes respuesta a alguna de mis interrogantes sería bueno que me la dieras, porque en momentos como éste, mi brújula interna se desorienta.

Si tuviera la oportunidad de volver el tiempo atrás para revivir la época de oro, debo decir que no lo haría, porque ya conocería nuestro final y no soy muy buena soportando el dolor, es por eso que siempre intento esquivarlo, aunque en este caso la situación no sea así.

La vida se complica a medida que vamos creciendo. Eso debió habérmelo dicho alguien, pero lamentablemente a nadie le enseñan a vivir. Esa es la razón de los continuos errores y tropiezos que todos tenemos más de una vez al día.

Desearía que estuvieras aquí para que pudiéramos decirnos las cosas, pero creo que tú estás en la misma posición que yo. Tú también tienes miedo de lo que puede a pasar y te estás haciendo las mismas preguntas.

¿Qué es lo que hice mal? Al principio, todo parecía correcto, las cosas no podían fallar, pero el tiempo reveló nuestras carencias y se hicieron presentes los lados oscuros de ambos, que casi sin darnos cuenta, se convirtieron en el eje de la relación, llevándonos hasta el más hondo de los precipicios…

Es increíble, pero la noche ya se fue y el silencio comienza a desaparecer. La ciudad está despertando y no he dormido nada. Estoy cansada, pero no es el trabajo lo que me tiene así, sino que es la angustia de no saber cual es nuestro futuro.

No sé si esto ha servido de algo, quizás no. Sólo quiero decirte que me importas, que no soy indiferente ante lo que está pasando, aunque a veces pienses que soy una bruja sin corazón… Sé que puedo vivir sin ti, pero estoy segura de que no quiero hacerlo.

* Este texto fue escrito gracias a la inspiración de un gran profesor, maestro y soñador que nos enseñó la magia a través de la literatura y las historias.  Si no hubiese sido por su amor a las letras, estudiar Periodismo no habría tenido mucho sentido en mi vida. Gracias Enrique Ramírez Capello.
Estándar