Un poco lejos de la realidad, sumergida en mis propios dilemas y cuestionamientos, perdida en mis confusiones y dudas, cansada de no poder mirarlo a los ojos sin titubear y forzada a pronunciar palabras que pensé que descansarían en las esquinas perdidas de mi mente.
Pensar es, hoy por hoy, un acto de valentía y verbalizar los sentimientos es un salto al vacío. No me gusta estar en medio de esto, no me gusta protagonizar historias tristes, pero heme aquí, como la perfecta anti heroína de una historia de amor que no tiene ninguna esperanza de terminar con final feliz.
Trato de mantener el humor y pensar que es sólo una etapa, un paso a las grandes cosas que esperan por mí, pero francamente y con todo el derecho ciudadano que tengo de quejarme, debo admitir que estoy cansada de esta clase de situaciones en las que me veo obligada a hablar por la razón o fuerza y al final del día, sentir que tanta sinceridad sólo me sirve para ver que mis actos no tienen ninguna repercusión… o al menos, no la esperada.