» Gracias por venir a ayudarme. Me encanta que no tenga que invitarte a hacer estas cosas conmigo, sino que simplemente vengas porque quieres».
» Siempre quiero estar contigo y quiero que sepas que si las cosas fueran distintas, estaría aquí todo el tiempo…»
» Lo sé… Te voy a esperar, pero en algún momento voy a abrir los ojos y no quiero arrepentirme de haber luchado por ti».
La reacción fue inmediata. Se abrazaron fuerte y ella se acurrucó en su pecho en señal de protección. Él intentaba decirle que la quería pero se frenaba porque sabía que cada palabra de amor era un arma de doble filo y que muchas veces, en lugar de alegrarla, la hería profundamente. Estaba decepcionado porque pese a que lo intentaba, no podía lograr ser el hombre que ella merecía y eso lo atormentaba. Optaron por hacer lo menos arriesgado y quizás lo menos seguro para ellos, se quedaron en silencio el resto de la tarde a esperar qué solución les depararía el destino.